El Barça se desplegó en ataque con la contundencia que se le suponía desde hace meses. Pero sólo ayer se hizo carne el hambre cuando más apretaba el apetito. Era ganar o firmar la despedida. Y el Barça sólo come a base de fútbol. Por eso Rijkaard miraba con desconsuelo el cuarto gol: parecía decir cuánto tiempo habían perdido en dar un golpe en la mesa. Ahora la mesa ya no les pertenece y el golpe, nadie lo sabe, puede haber sido tardío. También lo miramos con desconsuelo desde aquí.
Después del enésimo milagro blanco, Rijkaard quiso cambiar la dinámica, que el centro del campo fuera suyo, como quien protege su territorio. Como si los jugadores fueran animales en busca del lugar que les corresponde. Por eso dejó a Iniesta a cubierto de la lluvia que caía anoche desde el cielo de Madrid. Allí mismo dirigió Ronaldinho su plegaria después de que su falta perfecta no lo fuera tanto para el palo izquierdo de Pichu. Fatídico nombre para un portero, quizá por eso Eto´o hacía más muecas que de costumbre.
Fue casualidad pero el primer gol de Messi llegó cuando Deco estaba cambiándose las botas. Luego seguía resbalándose cuando Etoo metió el tercero. Está claro que Deco se nota cuando está y cuando desaparece. Anoche tocó el Deco que hace de todo, solía ser el primer atacante y el primer defensor del equipo. Ayer estuvo en ese papel, quizá por eso la nostalgia de otros tiempos fue aún mayor.
Arriba Barça... Respect a mi Mamá y a Elger que celebramos este triunfo como campeones que próximamente pueden ser los Catalanes.
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